LA
MODA DEL VESTIR
Adaptado de un texto de Joanne
B.Eicher
La palabra ‘moda’, en la mente de
la mayoría de las personas, significa cambio, y los seres humanos en todas
partes son capaces, y desean generalmente, el cambio.
El concepto de cambio varía a través
del mundo, y la apertura mental es vital para poder apreciar el ritmo y el
grado de cambio en las costumbres y tradiciones –y por consiguiente la moda- de
otras culturas.
Sin duda los esfuerzos
colonizadores de los gobernantes de naciones de fines del siglo xix
contribuyeron al etnocentrismo, la creencia de que ‘nuestra manera’ es la
correcta, una perspectiva que mucha gente de Occidente tiene ‘del resto’. Los primeros estudiosos provenientes de
naciones agresivas, que estaban decididas a colonizar lo más posible del mundo,
se dedicaron a documentar lo que consideraban los hábitos y conductas exóticas
de los pueblos distintos a ellos –antes de que estos pueblos desaparecieran.
Estos mismos estudiosos, y otros, creían que esos hábitos y conductas, que incluía
al vestido, estaban fijos en el tiempo y eran así ‘tradicionales’, en directa
oposición al mundo ‘moderno’. Como otros pueblos no cambiaban al ritmo moderno,
no se mantenían al día con los tiempos, con los estilos. No tenían moda.
Seguir este tren de pensamiento
nos lleva a creer que la moda y el cambio son fenómenos exclusivos del mundo
industrializado, moderno. No es necesariamente así. Necesitamos librarnos de un
etnocentrismo que alimenta la creencia de que nosotros, los que vivimos en
culturas tecnológicamente sofisticadas, somos los únicos capaces de cambio o
interesados en él. La moda es, después de todo, cambio, y el cambio sucede en
cualquier cultura, porque los seres humanos son creativos y flexibles. Sin
embargo, cuando encontramos gente de otras culturas que parecen no ser parte de
nuestro mundo moderno (quizás no se visten como nosotros) y cuyo pasado no
incluye una historia escrita, pinturas o dibujos, a menudo los categorizamos
como provenientes de mundos estáticos. Documentar el cambio se vuelve un
desafío. En lugar de eso, tenemos que descubrir Cómo ha ocurrido el cambio y
aceptar su evidencia, ya sea a partir de las narraciones orales de ancianos que
hablan de vestir el cuerpo, o a partir de los escritos sobre el vestir de
viajeros que visitaron esas regiones. Además, necesitamos definir ‘vestido’ con
amplitud para entender el concepto de moda, porque la moda en el vestir
involucra más que las prendas.
Vestir el cuerpo incluye una
amplia variedad de actividades usando los cinco sentidos al prepararnos para,
participar, y terminar cada día. Nos bañamos, usamos perfumes y cosméticos, nos
peinamos, nos ponemos ropa y joyas, y oímos los sonidos de tacos, brazaletes,
telas que se rozan, probamos lápiz labial, apreciamos los colores de nuestra ropa
y la de los otros, y sentimos la textura de muchas cosas que vestimos –la
plata, la piel, el satin.
A menudo, más de un propósito se
expresa a través del vestido. La corona
y la capa de armiño de un rey no sólo atraen la atención, sino que
también representan siglos de poder. El clásico vestido blanco de novia de
nuestra época así como el sari rojo de la India, transforman a una mujer en novia y también
la convierten en centro de atención.
Muchos elementos usados en varias
partes del mundo parecen extraños a los visitantes no familiarizados con las
costumbres locales. Esto ocurre especialmente cuando se toman prestadas prendas
de otras culturas, y se usan en combinaciones aparentemente extrañas, fuera de
contexto respecto a la cultura original. Podemos citar los sombreros bombín
–considerados de caballero en Europa y Norteamérica- que usan las mujeres
Otavalo en los Andes con sus faldas tejidas a mano. O la camisa blanca de
hombre estilo inglés que usan con un sari
algunas mujeres en la India. En
vez de considerar estos artículos ajenos mezclados con los indígenas como algo
ridículo o gracioso, debemos entender cada ejemplo dentro de su contexto, y
podremos interpretarlo como un conjunto creativo. Configuraciones como esas han
atravesado un proceso llamado ‘autenticación cultural’, que consiste en elegir
algo usado por otros fuera de una cultura e incorporarlo como una parte
importante de una nueva combinación. Estas nuevas combinaciones muestran
claramente la creatividad humana y la habilidad humana para disfrutar el
cambio.
Otro ejemplo de creatividad en el
vestir se puede encontrar en la ropa de segunda mano que la gente de Europa y
Norteamérica dona al resto del mundo. Literalmente toneladas de ropa desechada
es enviada a otros continentes. Estas prendas se usan de modos distintos o en
combinaciones diferentes de las originales, y originan nuevos estilos muy
apreciados en el país receptor.
Si vemos la ropa de otros pueblos
como exótica o la llamamos ‘vestuario’ o ‘disfraz’ podemos ofenderlos.
A los ojos de un extranjero,
algunas prendas como el sari, el hanbok coreano, o el turbante del oeste de
Africa, pueden parecer inalterados y tradicionales. Pero no lo son. Por ejemplo
cambian los bordes de los saris.
La moda se transfiere fácilmente
a través del planeta en todas direcciones, no sólo desde los países
industrializados a las naciones en desarrollo o desde las ciudades a los
pueblos del campo, sino desde oriente a occidente, de norte a sur y de granjas
a ciudades. Esto ha sucedido a través de los siglos. Por ejemplo, el
‘japonismo’ fue un estilo de ropa informal en Norteamérica a principios del
siglo xx que mostró clara influencia del kimono. El descubrimiento en 1922 de
la tumba de Tutankamón también tuvo impacto en el vestido occidental de los 20s,
y los motivos egipcios como escarabajos y cobras se pusieron de moda y fueron inspiración.
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